En la Plaza Mayor de Trinidad, se encuentra la Iglesia de la Santísima Trinidad y el Palacio Brunet, este último, como la mayoría de las casas que rodean la Plaza, es un museo. Los edificios que se ubican alrededor de la misma pertenecieron a los ricos terratenientes de la ciudad y datan de los siglos XVIII y XIX, cuando el comercio del azúcar desde el cercano Valle de los Ingenios, y de esclavos, trajeron grandes riquezas a la zona. Cuando decayó el comercio del azúcar y se eliminó la trata de esclavos en el siglo XIX, el desarrollo de la ciudad se detuvo, impidiendo la ejecución de nuevas construcciones, conservándose hasta hoy muchas de las calles y edificios de entonces, especialmente las grandes construcciones de las inmediaciones de la Plaza Mayor.
La pequeña plaza central se ubica sobre una plataforma, dividida en cuatro secciones de jardines cercadas por vallas de hierro blancas. Calles adoquinadas separan la Plaza de los edificios circundantes. Decoran la misma, farolas de hierro fundido, estatuas de galgos ingleses y columnas con remates de cerámica.
Las casas coloniales de Trinidad se caracterizan por tener techos de tejas apoyados por vigas de madera que sobresalen de las fachadas. Prima en ellas el color pastel con detalles de madera y yeserías en diferentes colores. Normalmente, la gran puerta principal tiene una puerta (o puertas) más pequeña(s). Las puertas están a menudo rodeadas de molduras de yeso. Las ventanas carecen de de vidrio y están protegidas por barrotes, hechos de pequeñas columnas de madera que permiten que el aire circule e impiden la entrada a la casa. En el siglo XIX, estas barreras de madera fueron reemplazadas por persianas de madera detrás de una reja de hierro forjado.
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